Cada año, cerca de un tercio de los alimentos producidos en el mundo se pierde o se desperdicia, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Tan solo en 2022, a nivel mundial se desperdiciaron alrededor de 1.05 billones de toneladas de comida, lo cual equivale a 132 kilogramos de alimento por persona al año
A nivel de América Latina y el Caribe, la FAO estima que se pierde el 11.6% de los alimentos, o 220 toneladas al año, cifra relevante al considerar que alrededor de 43 millones de habitantes de América Latina sufren de subalimentación.
Detrás de esta cifra se esconden también millones de litros de agua, hectáreas de tierra y horas de trabajo que nunca llegan a cumplir su propósito esencial: alimentar a las personas.
Ante los crecientes desafíos alimentarios a nivel mundial, surge un llamado global a repensar los sistemas alimentarios y la forma en que producimos, distribuimos y consumimos los alimentos.
Este llamado busca generar conciencia sobre el impacto del desperdicio y promover acciones que garanticen una alimentación justa, sostenible y accesible para todos
Un problema que trasciende fronteras
El desperdicio de alimentos no solo agrava la crisis climática, sino también las desigualdades sociales. Cuando los alimentos se pierden, se reduce la oferta, suben los precios y se afecta directamente la seguridad alimentaria de millones de personas.
En Centroamérica, las pérdidas se concentran en las etapas de producción, almacenamiento y transporte, debido a limitaciones en infraestructura y cadena de frío. En los hogares, supermercados y restaurantes, la falta de educación sobre conservación alimentaria también contribuye al problema.
El compromiso de Griffith Foods: transformar desde la acción
Como actor del sector alimentario, Griffith Foods se une al llamado a actuar frente a la pérdida y el desperdicio de alimentos. La compañía impulsa prácticas sostenibles que buscan reducir el impacto ambiental, fortalecer la seguridad alimentaria y promover un consumo más responsable.
Carolina Valenciano, directora de Calidad y María Marta Ramírez, líder ambiental para Griffith Foods Centroamérica y Caribe, explicó:
“En Griffith Foods creemos que reducir el desperdicio de alimentos es una responsabilidad compartida. Cada acción, desde la producción hasta el consumo, puede marcar la diferencia entre un sistema que agota recursos y uno que los regenera”.
Entre las acciones implementadas se incluye la reutilización de subproductos orgánicos, la optimización de procesos internos para reducir mermas y el fortalecimiento de alianzas con proveedores y comunidades locales para fomentar una cadena alimentaria más inclusiva y responsable.
Mirando hacia 2030: alimentos que nutren sin desperdiciar
El propósito de Griffith Foods está alineado con las Aspiraciones 2030, que buscan construir sistemas alimentarios sostenibles, nutritivos y accesibles. Esta estrategia impulsa la transición hacia modelos que regeneren los ecosistemas, promuevan el bienestar social y garanticen que los alimentos cumplan su propósito esencial: nutrir sin dañar.
La gerente regional de Nutrición, Carla Murillo, señaló:
“Las empresas no deben limitarse a evitar el impacto negativo; deben generar bienestar. Nuestro propósito es contribuir a un futuro donde ningún alimento se pierda y todas las personas tengan acceso a una nutrición adecuada”.
Un llamado a la acción colectiva
El desafío de acabar con el desperdicio de alimentos requiere del compromiso de todos los sectores. Gobiernos, empresas y consumidores tienen un papel clave: planificar compras, aprovechar ingredientes y educar sobre consumo responsable.
En este Día Mundial de la Alimentación, el mensaje es claro: cada alimento cuenta, y evitar su desperdicio es una forma concreta de cuidar al planeta y garantizar el derecho a la alimentación para todos.


