La economía circular es un modelo económico, restaurativo y regenerativo, que busca maximizar la utilidad de productos, componentes y materiales, minimizando el desperdicio y fomentando la innovación. Esto en contraposición al modelo tradicional lineal de producción-consumo-eliminación que tiene fuertes consecuencias medioambientales, según estudios de la Fundación Ellen MacArthur.
En ese marco, ¿cómo pueden las empresas en Costa Rica iniciar su camino hacia una operación circular que contemple desde el diseño de los productos hasta el ciclo completo de vida? ¿Es realmente posible implementar una transformación del modelo de negocio en todas sus aristas?
De eso hablamos con Yeimy Conejo, experta en Economía Circular y socia de Evo Consultoras, quien mencionó la relevancia de las nuevas normas ISO 59000 para establecer las pautas y metodologías a seguir en ese esfuerzo por ser ambientalmente responsables, así como la Estrategia Nacional de Economía Circular y algunos proyectos de ley en relación con el tema. Pero principalmente, destacó la urgencia por trabajar más en la conciencia individual y colectiva, como motor para impulsar esta transición.
Bases técnicas y metodológicas
Según la experta, las bases técnicas y metodológicas, están siendo desarrolladas a partir de normas de internacionalización como lo son el grupo de las ISO 59000, que incluye hasta siete normas (algunas aún en proceso) diseñadas para guiar a las organizaciones, independientemente de su tamaño, a transicionar hacia modelos que busquen la circularidad de sus flujos.
Puntualmente, la ISO 59004 establece los principios generales, conceptos y orientaciones para aplicar la Economía Circular; la ISO 59010 contiene directrices sobre la transición de modelos de negocio y redes de valor; la 59014 proporciona un marco para utilizar materiales secundarios de manera sostenible y eficiente (trazabilidad y recuperación); la 59020 trata sobre medición y evaluación del rendimiento de la circularidad (incluyendo recopilación de datos y selección de indicadores); y la ISO 59040 detalla la circularidad del producto a través de una metodología y un formato para informe.
“Estas normas son herramientas clave para cualquier organización que busque adoptar prácticas más sostenibles de forma sistemática, y proporcionan una guía para destacarse en el mercado”, indicó Conejo.
Aunque no son normas certificables, sino voluntarias, las empresas pueden optar por asesoría para su implementación y considerarlas como una base técnica para poder diagnosticar, ejecutar y medir sus prácticas hacia la circularidad.
Bases normativas y estratégicas
A nivel país, las bases estratégicas y normativas se han desarrollado a través de mecanismos como la Estrategia Nacional. Esta busca incluir diversas perspectivas sobre la ruta más adecuada para que el país inicie la adopción de una economía circular inclusiva, así como en identificar las principales brechas y desafíos que antepone esta transición y priorizar, de forma colectiva, las principales cadenas productivas a intervenir y las oportunidades clave para el desarrollo sostenible de los territorios, según su potencial de circularidad.
Sin embargo, esta estrategia es una apuesta de largo plazo con un horizonte al 2050, y está centrada en la adopción de un sistema productivo circular, soportado por cadenas de valor consolidadas bajo un modelo de desarrollo territorial resiliente y descentralizado.
La Estrategia podría funcionar para las empresas, como guía para identificar objetivos, ejes, mecanismos habilitadores, metas y líneas de acción a nivel país. Y como base normativa también se podría utilizar eventualmente, el proyecto de Ley de la Economía Circula en Costa Rica (Expediente 23847) que pretende crear un marco normativo e institucional para fomentar la aplicación de modelos de economía circular y contribuir con el desarrollo de nuevas formas de producción y consumo sostenible en el territorio nacional.
Bases culturales
A pesar de estas bases necesarias para poder transicionar hacia un cambio real en el modo de producción, la experta considera que las empresas y organizaciones en general deben trabajar en un cambio de mentalidad y cultura, que busque aceleradamente “deconstruir” los patrones de aprendizaje relacionados a la forma en que generamos negocios y valor.
“En los últimos años hemos visto una gran cantidad de empresas de todo tamaño y sector, que quieren iniciar su proceso de transformación por dos motores importantes: por cumplir con normas y regulaciones (locales o internacionales) o bien para atender las expectativas del mercado (consumidores y competencia en su mayoría) y así sumar a la reputación de la empresa, el componente de responsabilidad social y sostenibilidad. Y está bien, es necesario el cumplimiento legal y la atención a las necesidades de las partes interesadas”.
Lo que menciona la experta es que, si bien estos motores son indispensables, no son la base fuerte e íntegra que se requiere para poder cambiar de manera sistémica la forma en que las empresas hacen dinero.
“Cambiar la mentalidad y la cultura, requiere entender la urgencia de rediseñar los productos para que no se conviertan en basura una vez que se utilicen, o para que se conviertan en insumo para otro modelo de negocio. Amerita también evaluar a conciencia, día a día, los recursos que se están utilizando porque de todos modos ya estamos en negativo y en rojo como sociedad; y exige gestionar la logística de una forma distinta, los residuos, etc. Y muy importante, requiere replantearse cuáles son los valores individuales y empresariales, cuál es nuestro propósito personal y grupal, preguntarse de qué manera estamos generando valor, si estamos satisfaciendo necesidades momentáneas o si estamos generando productos y servicios que realmente impactan y suman en todo su ciclo de vida”, aseguró Conejo.
Estas bases culturales y de cambios mentales disruptivos podrían parecer fáciles de contestar, pero en la práctica, son realmente las brechas más fuertes que la experta considera que se deben resolver, para poder implementar negocios circulares, que sean sostenibles en el tiempo y que permitan la regeneración natural y como sociedad.